Las relaciones humanas viven una época realmente caótica y llena de incertidumbre.
Si hablamos de las relaciones personales tenemos que comenzar diciendo que nos encontramos inmersos en una era cercana a su fin en cuanto a la forma en la que hemos estado relacionándonos entre sí. Sin duda estamos a las puertas del comienzo de otra etapa mucho más honesta y sincera de lo que lo ha sido hasta ahora nuestra historia como especie.
El engaño entre las personas dejará de ser una epidemia algún día. Pero antes será necesario evolucionar todos juntos hacia un mundo mejor, más elevado y consciente en cuanto a nuestro propio progreso espiritual, tanto individual como colectivo.
Actualmente observamos discusiones y conflictos diarios entre los propios familiares debido principalmente a intereses relacionados con la “ilusión material” (dinero, posesiones, herencias, etc…) Asistimos igualmente a una época nefasta en lo que corresponde al amor entre pareja, donde están ocurriendo más divorcios, separaciones y engaños sentimentales que nunca. Los que hemos superado ya el primer tercio de nuestra vida y nos encontramos inmersos en el segundo, sabemos que la verdadera amistad se puede contar con los dedos de una mano y que a veces algunos desafortunados ni siquiera la han llegado a conocer realmente. Si nos adentramos en las redes sociales de internet, con un simple vistazo podemos presenciar la enorme hipocresía que existe en personas anónimas que idealizan sus propias vidas como si fueran cuentos de hadas donde parecen tener miles de amigos y multitud de conocidos, pero de los cuales quizá sea muy probable que no haya casi nadie real, o al menos de auténtica confianza para poder considerarlo como una amistad sincera y leal.
Las relaciones personales permanecen en una profunda crisis debido a que no hemos corregido nuestros conflictos e incertidumbres personales internas.
El principal causante del conflicto individual con respecto a los demás radica en nuestro propio desconocimiento personal.
Honestamente creo (y esa es la idea que me ha llevado a escribir este libro) que para sanar nuestras relaciones primero debemos fijar la mirada en las estrellas del universo que contemplamos ahí fuera y analizar detenidamente nuestro origen. Aunque desconocido, podemos intuir potenciales verdades en nosotros mismos si nos paramos a observar y estamos atentos a la increíble fuente de luz y paz interior que siempre permanece en nosotros.
La existencia en sí es un gran misterio y es la causa innegable de nuestra forma de actuar y relacionarnos equivocada o conflictivamente tanto con nosotros mismos como con los demás.
Toda forma sana de relación brotará siempre del propio auto conocimiento personal y de la aceptación de uno mismo. Sin antes conciliarnos con nosotros mismos, resultará imposible hacerlo con nadie de forma sincera e íntegra.
Hemos venido al planeta tierra para compartir la unicidad con todo el universo y con lo que en él existe. Somos hijos del mismo universo. La auténtica tarea a la que nos debemos en cuerpo y alma consiste en aprender a respetar a los demás, a saber trabajar en conjunto y a evolucionar todos juntos.
Os dejo un enlace a mi último libro por si estáis interesados en una temática tan misteriosa y fundamental para el ser humano como es la forma en la que nos relacionamos con los demás ¡Aprende a sanar tus relaciones interpersonales para siempre!